Los
Yankees dijeron no al Jovencito Clemente
El
manager y shorstop de los Cangrejeros de
Santurce, Bruce Clarkson, se entusiasmó
al máximo con las nuevas habilidades
que cada día descubría en
Roberto Clemente. Cuando comenzó el
campeonato 1953-54 logró que el
propietario del club, Pedro (Pedrín)
Zorrilla le permitiera alinear todos los
días al jovencito de 19 años de edad.
“Generalmente no es
recomendable dar responsabilidades tan
grandes a los muy jóvenes”, comentó
entonces Clarkson, “pero este caso de
Clemente es diferente. La verdad es que
es muy bueno para mantenerlo fuera de la
alineación”.
Una tarde , durante los primeros
días de ese torneo, Clarkson tomaba sus
turnos de bateo en la práctica dentro
del mismo grupo en el cual estaba
Roberto. De pronto le dijo...:
“Creo que si me permites hacer
algo contigo ahora (en las prácticas),
mejorarías considerablemente el bateo
en los juegos”.
“Lo que sea por
superarme, señor”.
Clarkson se hizo de seis
bates y los puso uno al lado del otro
tras el pie izquierdo de Clemente, según
se paraba a esperar los lanzamientos. Y
explicó...: “Apenas el lanzador
suelta la pelota, quizá sin darte
cuenta, llevas ese pie atrás como
veinte centímetros. Eso te resta
control del bate sobre los lanzamientos
y fuerza al conectar. Ahora ya sabes, si
mueves el pie hacía atrás, te vas a
caer, porque rodaras sobre los bates”.
No cayó Clemente ni una sola vez.
Lo que hizo fue batear mejor
inmediatamente, hasta terminar el
campeonato con promedio de 288 en 219
turnos. Además, sacó cinco jonrones.
“Una de las cosas buenas de mis
comienzos” solía decir Roberto,
“fue
encontrarme con Clarkson como
manager y jugador en mis juegos como
profesional. No sólo me ayudaba
directamente en todo, si no que les pedía
a los peloteros veteranos que me
trataran como uno de ellos. Eso me llevó
a madurar en poco tiempo”.
La noticia de cómo jugaba el
novato de los Cangrejeros se esparció
por el mundo del béisbol, por lo que
los scouts que iban a Puerto Rico, se
ocupaban especialmente de él. En este
proceso los Yankees tuvieron en sus
manos la posibilidad de firmarlo, ya que
Tom Sheehan, enviado por ellos a la isla
con la misión de observarlo, pudo
realizar el negocio. Sin embargo, el
informe que pasó decía que Clemente
parecía un buen outfielder “pero
tengo mis dudas acerca de su bateo”.
Le gustaba más un primera base
estadounidense que también jugaba en
Puerto Rico, llamado Frank Leja,
“quien por ser bateador zurdo y de
poder,
puede llegar a tener éxito en
Yankee Stadium”.
Firmaron a Leja, quien en aquella
época, cuando aun no había designado,
no tenía posición. Era muy deficiente
a la defensiva, inclusive en primera
base. Su carrera de bigleaguer se redujo
a 26 juegos con los Yankees y los
Dodgers, y solamente logró un sencillo
en 23 turnos.
Los Gigantes si hicieron una
oferta por Clemente, y en ese equipo se
hubiera sentido muy bien el muchacho,
porque su amigo Monte Irvin era uno de
los outfielders allí desde 1949. Pero
los Dodgers ofrecieron más dinero por
la firma, 10 mil dólares; y por
los servicios en la primera
temporada en las menores, cinco mil dólares.
Hasta la fecha, muy pocas negociaciones
de este tipo habían involucrado tanto
dinero de la organización de Brooklyn.
“Claro que sí me entusiasmó
tanto dinero” recordaba Roberto,
porque tenía la oportunidad de ayudar a
mis padres inmediatamente. Pero en
cuanto a mí en lo personal, me llamaba
más la atención la posibilidad de
llegar a jugar con ese club de Nueva
York, la ciudad donde había tantos
millares de puertorriqueños con quienes
pensaba podía tener yo una buena relación,
y verlos ir al Ebbets Field para
nuestros juegos”.
Una reglamentación
vigente entonces, convirtió automáticamente
a Roberto en elegible para un draft, si
los Dodgers no lo mantenían en Grandes
Ligas. Es que era lo que se llama
“a bonus player”, porque había
recibido 15 mil dólares, 11 mil más
del límite de cuatro mil que pagaban a
quienes sí podían mantener en las
menores sin
peligro de perderlos por el menor
precio. Era algo parecido a la llamada
Regla 5 en estos días.
Clemente supo tiempo después que
los Bravos, entonces en Milwakee,
llegaron a ofrecer 40 mil dólares por
él, Sin embargo, afirmaba que de todas
maneras no le hubiera gustado ir a jugar
a Milwakee, porque no sabía mucho de
esa ciudad. En cambio le cautivaba Nueva
York y el nombre famoso de los Dodgers.
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